Estoy acostumbrado a trabajar jornadas de 16 horas: así me aseguro de que cada minuto sea productivo Este enfoque sistemático me ha permitido mantener el agotamiento a raya y siempre rendir al máximo, ya sea en una reunión a primera hora con mi equipo o en una llamada nocturna con inversionistas.
Por Martins Lasmanis
Key Takeaways
- 1. Planificar el trabajo.
- 2. Dormir lo suficiente.
- 3. Mantener la energía con actividad física.
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Si quieres construir un negocio sostenible, trabajar largas horas es la norma. Y no solo al principio del negocio. Llevo más de diez años en esto, y la ambición de hacer crecer mi startup de productos de consumo es más fuerte que nunca. Después de tanto tiempo, jornadas de 16 horas ya no son nada extraordinario.
¿Por qué? Reuniones consecutivas con inversionistas, períodos intensos de trabajo, resolver imprevistos y más, además de las habituales responsabilidades diarias.
La sabiduría popular dice que la mayoría de las personas alcanzan un máximo de seis horas productivas al día. Pero, como CEO, no puedo permitirme pasar las otras diez horas en piloto automático. Me enorgullezco de dar el 100% en todo lo que hago, y el crecimiento de mi negocio depende de ello. Aunque las jornadas de 16 horas ponen a prueba esta ambición, aprovecho cada minuto gracias a tres prácticas que he desarrollado a lo largo de los años.
1. Planificar el trabajo
La principal diferencia entre trabajar jornadas de 16 horas al inicio de tu camino como emprendedor y hacerlo cuando tu empresa está consolidada es que, en este último caso, generalmente sabes cuándo y por qué se acercan los días largos. Esto te permite prepararte de manera adecuada.
Cada viernes, planifico las tareas de la semana siguiente. Esto incluye tanto las actividades regulares como cualquier imprevisto. Básicamente, trato las jornadas de 16 horas como cualquier otro día laboral.
Aunque parece obvio, es un error que veo a muchos cometer: no hacen planes ni horarios para su "segunda jornada", creyendo que cualquier trabajo adicional a las ocho horas es productivo. Esto no solo es falso, sino que me sorprende que la gente esté dispuesta a trabajar más horas de manera menos efectiva. Si vas a sacrificar descanso y tiempo familiar por trabajo, lo lógico es abordar la carga laboral de manera eficiente, y eso significa planificarla como cualquier otra tarea.
2. Dormir lo suficiente
Dormir siete horas por noche no es negociable. Aunque las jornadas de 16 horas ocurren de vez en cuando, trabajar 18 horas está fuera de discusión. No puedo ser productivo ni mantenerme alerta sin suficiente descanso. Solía pensar que podía, pero con el tiempo me di cuenta de que confundía el participar con ser productivo.
Las horas extra de trabajo que obtienes sacrificando el sueño son como un préstamo con intereses abusivos: después de los beneficios inmediatos, pagarás esa deuda con creces.
No te obsesiones con el número. Aunque siete horas es mi cifra óptima, puede que no sea la tuya. Si todavía no lo sabes, es tu responsabilidad descubrir cuál es tu horario de sueño ideal. Una vez que lo encuentres, sigue esa rutina al pie de la letra. Al principio puede ser difícil, pero tu cuerpo se adaptará.
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3. Mantener la energía con actividad física
Sobrevivir a jornadas de 16 horas no solo es un reto mental, sino también físico, y debes enfrentarlo con la misma preparación. Mi rutina puede sonar poco convencional, pero me mantiene operando al máximo rendimiento. La mantengo simple: una comida al día, entrenamientos intensivos de intervalos (HIIT) —generalmente a mediodía— y siempre duchas frías.
Estas prácticas no son hábitos aleatorios. Han sido seleccionadas cuidadosamente tras años de comprobar su efectividad para mantener mi productividad en su punto máximo. En particular, los entrenamientos intensivos a mitad del día son un cambio radical. Inyectan una dosis de energía que me impulsa durante las partes más exigentes de mi jornada. ¿Y las duchas frías? Mi arma secreta para mantenerme enfocado.
No se trata de crear un sistema complicado. Se trata de encontrar lo que funciona y seguirlo con disciplina. Algunos emprendedores se enredan en planes de fitness elaborados o dietas extremas. Yo no estoy interesado en eso. Mi enfoque es simple: sigue moviéndote, mantente disciplinado y escucha a tu cuerpo.
¿El resultado? Un nivel de energía constante que me permite enfrentar esas largas jornadas sin quemarme. Cuando diriges una startup, eso es invaluable.
Tal vez el mayor beneficio de estas rutinas es que eliminan la necesidad de tomar decisiones adicionales. Incluso las decisiones más simples —¿qué comer?, ¿qué ponerme?, ¿ir al gimnasio?— pueden agotarte. Eliminar estas elecciones de tu día te libera para concentrarte en actividades de alto valor.
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Integrándolo todo
Este enfoque sistemático me ha permitido evitar el agotamiento y siempre dar lo mejor de mí, ya sea en una reunión a primera hora con mi equipo o en una llamada nocturna con inversionistas.
Todo lo anterior se combina con otras prácticas de productividad, como llevar un diario y practicar la atención plena. Sin embargo, estas son más generales y están orientadas a la productividad en general, no solo a sobrevivir a días largos.
Por supuesto, la vida y los negocios inevitablemente traerán imprevistos. Los viajes de trabajo y los eventos inesperados pueden interrumpir incluso las rutinas más cuidadosamente elaboradas. Dicho esto, es esencial reconocerlos como excepciones y hacer todo lo posible por mantener —o retomar— la rutina lo antes posible.