¿Se puede comprar un equipo de ensueño? Los Mets de Nueva York y el millonario contrato de Juan Soto ¿Basta la llegada de una superestrella a un equipo para que este cambie su desempeño a tal grado de poder ganar un campeonato?
Como un verdadero fan de los Mets de Nueva York, estoy acostumbrado a que en algún momento de cada temporada, las cosas salgan mal para el equipo.
Ellos me cautivaron en 1986, cuando tenía solo 12 años y le ganaron la Serie Mundial a los Red Sox de Boston gracias a un trágico error de Bill Buckner, su primera base.
De eso han pasado 38 años y el equipo no ha vuelto a ganar un campeonato (desde entonces han disputado dos Series Mundiales: la del 2000 que perdieron en contra de los Yankees de Nueva York, y la del 2015 en la que cayeron en contra de los Reales de Kansas City).
A lo largo de los años, temporada tras temporada, algo ha sucedido que deja al equipo y a los fans con otro sueño roto y el amargo sabor en la boca por, una vez más, no haber logrado lo suficiente.
Ayer por la noche una noticia empezó a circular en las redes sociales: Juan Soto, la superestrella dominicana que inició su carrera en los Nationals de Washington y que la temporada pasada jugó con los Yankees, acababa de ser firmado por los Mets en lo que ya es el contrato deportivo más grande de la historia: $765 millones de dólares por 15 temporadas.
La noticia la dio a conocer el periodista Jeff Passan con una frase contundente: "Un Yankee eligió ser un Met".
El día de hoy las redes de quienes seguimos el baseball están saturadas de opiniones y comentarios en torno a Soto, sus 26 años y su multimillonario contrato.
Muchos fans de los Yankees están molestos y decepcionados por el desaire del jugador; otros, más analíticos, se muestran convencidos de que Soto no vale lo que los Mets le van a pagar y argumentan que lo dejó ver en la más reciente Serie Mundial que el equipo perdió en contra de los Dodgers de Los Ángeles.
Relacionado: El poder de la confianza y el peor portero del mundo
Del otro lado, los fans de los Mets postean eufóricos, sabiendo que con este acuerdo el equipo y su dueño, Steve Cohen, adquieren otro estatus y que los sueños de alcanzar un nuevo campeonato parecen, al menos, plausibles.
O no.
En la mañana del día de hoy un colaborador me escribió para preguntarme qué opinaba yo del deal.
Disto mucho de ser un analista deportivo, pero la respuesta me parece complicada. Para empezar, soy fan de los Mets y, por ende, pesimista.
¿Basta la llegada de una superestrella a un equipo para que este cambie su desempeño a tal grado de poder ganar un campeonato?
Yo me inclino a responder que no.
Hace dos años, para iniciar la temporada 2022, los Mets anunciaron con bombo y platillo la contratación de otra superestrella, el pitcher Max Scherzer, quien ya había sido campeón con los Nationals de Washington en 2019. Los fans no tardamos en emocionarnos con la llegada de la superestrella, pero la temporada terminó siendo dolorosa. El equipo (incluyendo a Scherzer) colapsó durante las últimas dos semanas y quedó fuera de la postemporada.
Para el 2023 se anunció la llegada de otro lanzador superestrella: Justin Verlander, quien ya había sido campeón con los Astros de Houston en 2017 y en 2022. Ese año fue un desastre y para el verano los dos jugadores fueron vendidos a otros equipos; al terminar la temporada el entrenador, Buck Showlater, fue despedido.
Para el 2024 el equipo no hizo grandes contrataciones. Se quedó con sus estrellas (Pete Alonso y Francisco Lindor), y adicionó algunos brazos y jugadores de posición basándose en su desempeño real (es decir, data y estadísticas) más que en el brillo mediático.
Aunque el inicio de la temporada 2024 fue caótico (el equipo perdió sus primeros cinco partidos), los Mets terminaron por tener una temporada de ensueño basada en la mística, la resiliencia y la fraternidad entre los jugadores.
Relacionado: Un partido de baloncesto, Goliat y el arte milenario de dominar al miedo
Como nunca, el equipo se sentía como un todo. Un ente coordinado que se emocionaba de manera auténtica cada vez que uno de sus integrantes acertaba.
Los Mets terminaron por clasificarse a la postemporada para derrotar a los Cerveceros de Milwaukee en la NLDS y por perder en seis juegos contra los Dodgers, los futuros campeones, en la NLCS.
Por vez primera en muchos años los fans gozamos de la temporada sin que existiera la promesa o la ilusión de una gran contratación que lo resolvería todo (aunque sí la consolidación de las grandes figuras que ya estaban en el equipo).
La llegada de un astro como Juan Soto, junto con el ruido mediático que ha generado su contratación, ya ha alterado a la organización.
La gran pregunta que queda por responder es si Soto y su indiscutible talento pueden contribuir y construir sobre esa mística del equipo en el 2024, o si su peso será tal que modificará los cimientos de la organización transformándola en otra cosa.
Como emprendedores sabemos que construir un equipo de ensueño es una tarea compleja en la que intervienen factores que van mucho más allá de los sueldos.
Más que superestrellas lo que queremos es esa magia entre personas, esa confianza y entendimiento que ni siquiera el contrato más grande en la historia del deporte profesional te puede garantizar.
Relacionado: ¿Qué ganas cuando pierdes? La increíble historia de las 121 derrotas de los White Sox en el baseball