Wonka y la fábula del emprendedor: descubriendo el verdadero sabor del éxito En la historia del inventor chocolatero hay grandes lecciones para cualquiera que esté pensando en emprender un negocio.
Por Eduardo Scheffler Zawadzki Editado por Eduardo Scheffler Zawadzki
Un joven soñador llega a una hermosa ciudad con la determinación de abrir una tienda de chocolates. Pero no se trata de una tienda cualquiera: en la suya se podrán comprar las más deliciosas creaciones. Más que golosinas se trata de experiencias únicas. Los hoverchocs, por ejemplo, harán que quien los pruebe se elevé desafiando las leyes de la física y experimentando increíbles sensaciones.
El nombre del joven es Willy Wonka, una mezcla entre mago, inventor y creador. Es decir: un emprendedor. Como todo emprendedor, Wonka parece tenerlo todo en su contra.
El joven llega solo a la gran ciudad, acompañado únicamente por el legado de su difunta madre —el conocimiento para crear chocolate— y la convicción de triunfar. Como un buen emprendedor primerizo, Wonka es confiado e ingenuo y sus ideales pronto serán puestos a prueba por las leyes de un lugar en el que está prohibido soñar despierto.
El joven instala su puesto ambulante en una sofisticada plaza comercial, sin saber que al hacerlo está incomodando a tres empresarios establecidos que dominan el mercado con golosinas producidas en masa, por medio de procesos industrializados que no cumplen otra finalidad que llenar sus arcas de dinero para hacerlos cada día un poco más ricos.
La innovación y la creatividad de Wonka ponen en riesgo al status quo. La presencia del joven chocolatero altera el orden de las cosas y amenaza la hegemonía del llamado "Cartel del Chocolate", apoyado por un avaro párroco que resguarda las golosinas y los "secretos" de los empresarios debajo de su catedral y por el glotón jefe de la policía (cuya lealtad se compra a base de chocolates).
El de Wonka es el viaje del emprendedor: lleno de retos, incertidumbre y dificultades. Pese a su talento y a la propuesta única de valor de su producto, se encontrará atrapado en una posada con todo su potencial limitado por no haber leído la letra chica de un contrato — no por descuido, sino por que nunca aprendió a leer.
En el sótano de la posada Wonka conocerá a los aliados que lo acompañarán en su aventura como emprendedor, entre ellos Noodle, una pequeña huérfana quien también vive condenada al encierro y anhelando la libertad.
Con tintes de las novelas de Charles Dickens e inspirada en Charlie y la fábrica de chocolate del autor británico, Roald Dahl, Wonka es una deliciosa fábula en torno al emprendimiento y al valor que una persona necesita para cumplir sus sueños. Porque de las sombras suelen surgir aquellos que se empeñan en convencernos de que es una mejor idea dejar de perseguir lo imposible. A veces son los grandes empresarios con quienes competiremos, otras los consumidores que se sienten cómodos con el mundo así como es y temen probar algo nuevo, otras más es la voz del miedo que habla desde en centro de nosotros mismos y que busca convencernos de que desistamos.
La poderosa lección de Wonka es que cuando perseveramos convencidos de nuestro talento, suceden cosas inesperadas y cuando todo parece perdido la ayuda suele llegar del lugar —y del ser— menos esperado.
Wonka es la historia del inventor quien, en su acto de crear, va mucho más allá de hacer dinero. Lo que busca es hacer del mundo un lugar mejor y en su andar responder las preguntas que lo llevarán a una existencia significativa y a entender su lugar en el universo.
Willy Wonka es un emprendedor o, dicho de otro modo, nosotros también somos Wonka.
Wonka es el más reciente filme de Paul King protagonizado por Timothée Chalamet y se encuentra actualmente en cartelera.
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