Tu aversión para hablar por teléfono podría hacer que pierdas la siguiente gran oportunidad laboral Los smartphones, redes sociales y apps de mensajería han hecho que nos olvidemos de las llamadas telefónicas tradicionales. Podríamos estar dejando pasar ciertas oportunidades.
Key Takeaways
- La raíz del problema podría estar en la telefonofobia que está ligada al miedo a hablar en público.
- Los Millennials e integrantes de la Generación Z sienten que una llamada telefónica tradicional los distrae y les roba el tiempo.
Alguna vez, las llamadas telefónicas fueron el centro de nuestra actividad laboral y social. Hablábamos por teléfono para pedir informes, para concertar citas, para saber la hora del día, para saludar y socializar con nuestros seres queridos y, sí, también para ligar.
Pero después se democratizó el acceso a internet, llegaron los navegadores gráficos (Netscape fue el primero, en 1994) y el mundo se digitalizó.
Siguieron los correos electrónicos, la posibilidad de streamear contenido y las aplicaciones de mensajería, en un principio en la pantalla de la computadora, como la maravillosa ICQ.
Gracias a los avances en la tecnología satelital, el teléfono se volvió verdaderamente portátil y surgieron los celulares y al poco tiempo los smartphones que dieron pie a una revolución en el mundo de la comunicación, transformando a cada uno de nosotros en un medio de comunicación en potencia.
A lo largo de esta evolución de tres décadas algo impensable sucedió: dejamos de hablar por teléfono.
Procesos que antes estaban absolutamente ligados a una llamada telefónica se trasladaron a otras plataformas de comunicación y sobre todo las jóvenes generaciones (Millennials y Generación Z) dejaron el teléfono fijo atrás.
Claro, el smartphone es una extensión de su cuerpo, pero casi nunca lo utilizan para hacer una simple llamada. Desde ahí conviven, compran, ordenan, generan y comparten contenido, pero rara vez marcan un número tradicional.
¿La razón? Diversos estudios recientes han tratado de explicarlo.
Según un estudio la raíz está en la telefonofobia y nuestro miedo de hablar en público. Otro estudio indica que, por ejemplo, en Inglaterra el 87% de la población tiene un smartphone, aunque solo el 25% lo utiliza para hacer llamadas telefónicas tradicionales por considerar que le roba el tiempo o que los distrae de lo que están haciendo.
Un test realizado por OpenMarkt señala que el 75% de los Millennials prefieren recibir un mensaje de texto que una llamada telefónica.
En algunos países en donde las llamadas de extorsión o intentos de fraude telefónico son cosa de todos los días, también hemos optado por dejar de contestar las llamadas que provengan de números desconocidos por un tema de seguridad.
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Las consecuencias de no querer hablar por teléfono
Aunque gran parte de nuestra comunicación ha migrado a plataformas digitales como redes sociales y apps de mensajería, hay ciertos procesos que siguen culminando con una llamada telefónica y nuestra aversión a atenderla podría ser perjudicial.
Uno de ellos que tiene gran peso es el contacto entre una empresa y candidato a un puesto de trabajo durante el proceso de contratación. Pese a la publicación de vacantes de empleo en plataformas de empleo digitales como LinkedIn, tarde o temprano en el proceso, los reclutadores establecen contacto con el candidato por medio de una llamada telefónica tradicional para después concertar una cita para una entrevista laboral. Esto puede repetirse varias veces durante el proceso de contratación, por lo que conviene mantenerte atento al teléfono.
Si no atiendes esa llamada, podrías quedar fuera de la jugada.
Es importante subrayar que esto no sucede solo cuando estás buscando trabajo y has aplicado a un puesto; un día cualquiera un reclutador puede encontrar tu CV o tus datos y querer hablar contigo para hacerte esa gran oferta.
¿Qué hacer? Usa los filtros y herramientas de tu teléfono para bloquear llamadas de números no deseados, establece horarios para responder a las llamadas y sé cauto para no caer en engaños, pero contesta cuando alguien te hable.
Uno nunca sabe la oportunidad que podría llegar con la siguiente llamada.
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