Hacerlo todo uno mismo es un error común entre los emprendedores — así aprendí a delegar tareas y enfocarme en lo esencial Intentar hacer todo por tu cuenta no te beneficia ni a ti ni a tu negocio.
Por Chris Kille
Key Takeaways
- Aprendí que intentar manejar cada detalle por mí mismo resultaba contraproducente. Después de reducir la velocidad y enfocarme en lo esencial, desarrollé procesos más sólidos, capacité a mi equipo y aprendí a dejar ir el control.
- En este artículo, comparto los cambios que implementé que me permitieron soltar y concentrarme en lo que realmente importa. Como resultado, ahora tengo un negocio próspero y una vida equilibrada.
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Ayer, era astuto — pensaba que podía manejarlo todo yo solo. Cada pendiente, cada pequeño asunto, cada emergencia que requería ser resuelta. Solía pasar varias horas realizando tareas mundanas, pensando que eso mantenía las cosas en orden. Yo era el núcleo de mi negocio, la persona a quien la gente acudía para tomar decisiones, direcciones y resoluciones.
Pero hoy, soy más sabio. Me di cuenta de que ser la solución para cada pequeño problema no beneficiaba a mi negocio, y no me beneficiaba de ninguna manera, pues todo el tiempo me encontraba apagando incendios. Así que decidí bajar la velocidad, dejar de hacer multitasking y concentrarme en lo esencial. Desarrollé procesos más sólidos, capacité a mi equipo y, quizás lo más importante, aprendí a ceder el control.
No fue una decisión fácil, pero creo que fue una de las mejores decisiones que he tomado. Como en el ejemplo anterior, ahora no me siento estresado por mi rutina diaria, sino motivado para alcanzar mis objetivos. Hoy esto es cierto para mí porque ya no lucho por mantener mi negocio a flote.
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La trampa de la astucia — donde todo comenzó
Siempre resulta atractivo ser quien lo hace todo, pues te otorga una sensación de ser indispensable. Este tipo de mentalidad, en las primeras etapas de construir un negocio, puede parecer un superpoder. Eres tú quien toma las decisiones, quien hace que las cosas sucedan. Cada logro, por insignificante que parezca, es un logro personal — un reconocimiento de tus habilidades y de tu dedicación.
Pero he aquí el problema: La astucia puede ser una trampa. Las estrategias que son efectivas al principio suelen ser contraproducentes conforme tu empresa crece. Lo descubrí de la manera difícil. Era astuto de mi parte gestionar todo esto por mi cuenta, pero esa astucia no me permitió ver el panorama completo. En algún momento, perdí de vista el panorama general y el enfoque estaba solo en los diferentes aspectos del proyecto.
El punto de inflexión — darse cuenta de la necesidad de cambio
El cambio no fue repentino; fue gradual, y no fue provocado por un solo evento. Comencé a darme cuenta de que las cosas se estaban saliendo de control; mi bandeja de entrada estaba llena de correos electrónicos, tenía montones de tareas pendientes y todo el tiempo me sentía al borde de un colapso. Mi negocio estaba prosperando, pero yo no. Me sentía agotado y estresado, como si día a día solo estuviera sobreviviendo.
Pasó mucho tiempo antes de darme cuenta de que estaba atrapado en un ciclo vicioso. Me convertí en el punto débil en mi propia empresa. Mi deseo de estar involucrado en todo se estaba convirtiendo en un problema y nos impedía alcanzar nuestros objetivos. Llegó el momento de cambiar.
El cambio — pasar de hacerlo todo a hacer lo que importa
1. Creación de una matriz de decisiones:
El primer cambio que implementé fue la Matriz de Decisiones. Entendí que tenía que abandonar la idea de que yo era quien debía tomar todas las decisiones. La Matriz de Decisiones me ayudó a dejar que mis subordinados tomaran decisiones por su cuenta y sin mi aporte. No se trataba de renunciar al poder de decidir, sino de compartir el poder de decidir.
2. Creación de manuales de procedimientos:
Luego abordé los problemas que se repetían una y otra vez. Estas eran las tareas que consumían tiempo y energía — las tareas que, de hecho, no requerían de mi participación. Los manuales de procedimientos que construí eran instrucciones generales sobre cómo abordar problemas y procesos comunes. Mi equipo aprendió a resolver los problemas, lo que me permitió dejar de gestionarlos yo mismo.
3. Establecimiento de un proceso de pre-mortem:
Luego implementé un proceso de pre-mortem. La forma de pensar cambió de resolver problemas cuando ya habían surgido, a predecirlos. Antes de comenzar un nuevo proyecto, mi equipo y yo tratábamos de identificar los posibles problemas que podrían surgir y trabajábamos para evitarlos. Este enfoque proactivo ayudó a reducir significativamente el número de crisis que experimentamos.
4. Automatización de tareas rutinarias:
Las pequeñas cosas son los ladrones furtivos que nos roban tiempo. Aunque son esenciales, llevan mucho tiempo y siempre parecen apartar mi atención de cuestiones más relevantes. Por lo tanto, desarrollé un modo piloto automático para mi negocio. Intenté minimizar la cantidad de tiempo que pasaba en tareas repetitivas automatizándolas cuando fuera posible. Incluso tareas simples como la facturación y la programación en redes sociales están automatizadas, y esto es algo que me ahorra tiempo cada semana.
5. Implementación de un cortafuegos de bloques de tiempo:
A pesar de todos estos cambios, me di cuenta de que las tareas urgentes seguían infiltrándose en mi día y perturbando mi plan. Fue entonces cuando creé un cortafuegos de bloques de tiempo. Se trataba de proteger mi recurso más valioso: mi tiempo. También reservé ciertos bloques de tiempo para realizar trabajos profundos, períodos en los que no estaría disponible para nada más. Esto no era simplemente una herramienta de eficiencia; fue una verdadera revolución.
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Los resultados — un negocio próspero y una vida equilibrada
Conforme comencé a implementar estos cambios, los resultados se hicieron evidentes. De esta manera, mi negocio no solo sobrevivió, sino que también creció a un ritmo más acelerado. El equipo estaba más capacitado, se tomaban decisiones rápidamente y avanzábamos a un ritmo que nunca habíamos visto. Pero la transformación más significativa fue interna: ya no era solo un dueño de negocio; era un líder. Tenía más tiempo para dedicar al crecimiento, la innovación y la estrategia, lo cual era un lujo. En lugar de solo reaccionar, ahora actuaba de manera proactiva, lo que en cierto sentido resultó bastante satisfactorio, pues tenía el control de mi propia vida.
1. Equipo empoderado:
La primera modificación que me pareció más significativa fue el cambio de perspectiva respecto a mi posición. Entendí que mi rol no era saber más que mis subordinados, sino ayudarles a trabajar de manera efectiva. Hice que mi equipo fuera más fuerte y capaz al delegar responsabilidades de toma de decisiones y resolución de problemas.
2. Enfoque en el crecimiento:
Con los incendios apagados y las tareas rutinarias manejándose por sí solas, finalmente pude concentrarme en el objetivo. Comencé a implementar cambios en la gestión del tiempo pasando más tiempo en la planificación, construcción de relaciones e identificación de oportunidades. Esto se debe a que el negocio se benefició del hecho de que no estaba ralentizado por pequeños detalles. Pude verlo desde una perspectiva amplia.
Si todavía estás intentando gestionar todas las tareas por tu cuenta, es hora de dar un paso atrás. Ha llegado el momento de cambiar la astucia por la sagacidad. Si estás ansioso por ver crecer tu negocio, cede el poder de dictar cada aspecto de él. No se trata de abandonar las responsabilidades; se trata de redefinirlas. Se trata de visión, crecimiento y de crear un negocio que pueda tener éxito sin tener que quebrar al dueño.
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