La fórmula de la disrupción: un boxeador, un cantante y un lobo Pese a lo que frecuentemente se piensa, trabajar va mucho más allá de establecer una rutina, cumplir con los pendientes y ajustarse a un cronograma.
Por Luis Menéndez Editado por Eduardo Scheffler Zawadzki
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En el cuadrilátero, la danza boxística de Isaac "Pitbull" Cruz es implacable, se caracteriza por un golpe contundente que más de una vez llega a la mandíbula del rival, un jab que no deja duda y un gancho al hígado con el potencial para quebrar cualquier par de piernas.
A un océano de distancia, en un estudio de grabación, el cantante Leiva compone alguna melodía sin saber que está por conocer a un peleador sin precedente para componer su primer corrido.
Sin un vínculo previo, ni coincidencia alguna, de mundos no sólo diferentes sino antagónicos, el boxeador y el cantante están, sin saberlo, a punto de tomar el mismo camino. Fue hace algunos años que tuve el privilegio de ser el hilo conductor entre estas dos personas: Leiva, un amigo de toda la vida, español y amante del box y "Pitbull" Cruz, un boxeador mexicano en ascenso conocido por su enorme pasión y empuje. Cuando los presenté tenía ya en mente una gran expectativa, porque conozco de sobra lo buenos que son cada uno en su disciplina.
Fue así como Leiva compuso La Mordida del Gran Pitbull Cruz un corrido dedicado al pugilista, que cantó por primera vez durante una pelea en Las Vegas:
Por ahí viene el Pitbull Cruz
Con el barrio tatuado en la frente
Y los puños bien altos…
Gracias a esta canción se tendió un puente entre dos personas, que, de no haberle hecho caso a mi corazonada, probablemente no se habrían conocido nunca.
Expectantes de oportunidades
¿Y por qué es que hablo de esto? Bueno, porque en el mundo laboral esto pasa, conoces a muchas personas y ya sea por una corazonada, por intuición o solo porque sí, escuchar las oportunidades que nos propone el universo puede ser táctico y estratégico para colocarnos en el centro de proyectos de enormes dimensiones.
Porque, pese a lo que frecuentemente se piensa, trabajar va mucho más allá de establecer una rutina, cumplir con los pendientes y ajustarse a un cronograma. Trabajar es mantenernos con los ojos abiertos y expectantes a las oportunidades profesionales que flotan a nuestro alrededor todo el tiempo, pero que pocas veces nos atrevemos a ver.
Mantener una perspectiva que trascienda nuestra cotidianidad y nos permita olfatear con el apetito de un lobo, el potencial en cada persona con la que nos cruzamos, puede convertirnos en agentes disruptivos de nuestro entorno. No hablo de trucos, sino de la capacidad de visualizar más allá de lo que nos alcanza la mirada y, como en mi caso, ser punto de encuentro para unir a dos personas aparentemente muy diferentes, facilitar una colaboración y formar parte de algo más grande.
Cuando apreciamos las cualidades y metas de aquellos que nos rodean, podemos convertirnos en agentes de cambio para el florecimiento y el éxito, tanto personal como colectivo.
Cuando apreciamos las cualidades y metas de aquellos que nos rodean, podemos convertirnos en agentes de cambio para el florecimiento y el éxito, tanto personal como colectivo.
La colaboración entre "Pitbull" Cruz y Leiva es la evidencia de que estar abiertos a las oportunidades, mantenernos empáticos y con el olfato muy fino, suele ser una visión emprendedora que sólo un lobo desarrolla, pero que tiene el potencial de transformar la realidad, porque al final del día eso es lo que hacen las empresas y a eso es a lo que llamamos disrupción.
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