Una mujer recupera su voz gracias a un avatar digital controlado por su cerebro Un implante cerebral y la inteligencia artificial le devolvieron el habla tras 18 años de silencio.

Hace 19 años, un derrame cerebral cambió la vida de Ann Johnson. La dejó paralizada y sin la capacidad de hablar.

Hoy, gracias a un innovador avance tecnológico, Ann ha recuperado su voz. A través de un avatar digital impulsado por inteligencia artificial (IA) y controlado mediante un implante cerebral, puede comunicarse nuevamente y expresar sus emociones.

Según Nature, este desarrollo, creado por un equipo de científicos de la Universidad de California, representa un hito para las personas con parálisis y trastornos del habla.

La tecnología combina neurociencia e IA. Un conjunto de electrodos implantados en su cerebro capta las señales neuronales asociadas al habla y las envía a un sistema de inteligencia artificial que las traduce en palabras y expresiones faciales en tiempo real.

Además, el sistema ha logrado replicar su tono de voz original basándose en grabaciones previas a su accidente cerebral.

Es decir, su avatar digital no solo transmite palabras por ella, sino que también refleja su esencia y personalidad a través de gestos y entonaciones similares a las que tenía antes de perder el habla.

"Es como recuperar una parte de mí misma que pensé que había perdido para siempre", dice Ann sobre su experiencia.

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Una nueva era para la comunicación en personas con una discapacidad

Aunque esta tecnología aún está en fase experimental, sus implicaciones son enormes. Más allá de beneficiar a personas con parálisis, podría aplicarse a pacientes con trastornos del habla causados por enfermedades como la esclerosis lateral amiotrófica (ELA), lesiones cerebrales traumáticas o cirugías que afectan la capacidad de comunicación.

Este avance también podría revolucionar la rehabilitación médica, proporcionando herramientas personalizadas para mejorar la calidad de vida de millones de personas.

Desde la telemedicina hasta las prótesis inteligentes, el impacto de estos desarrollos va más allá de la neurociencia y abre nuevas posibilidades en el campo de la salud digital.