Trauma no integrado: Cómo mejorar la comunicación al entender las respuestas al estrés Con frecuencia, sin que seamos conscientes de ello, el trauma se manifiesta en nuestros cuerpos. Para convertirnos en líderes verdaderamente conscientes, debemos llevar compasión y curiosidad a nuestras propias heridas, así como a las de los demás.
Por Kelly L. Campbell Editado por Eduardo Scheffler Zawadzki
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Las experiencias traumáticas se manifiestan como heridas invisibles que nos afectan psicológica y emocionalmente. Mientras que solemos asociar las heridas con lesiones físicas, el trauma crea también daño interno.
Las experiencias no procesadas quedan atrapadas en nuestro interior como información no integrada. Este trauma no resuelto influye después en nuestros comportamientos y relaciones, a menudo sin que seamos conscientes de lo que está sucediendo. Solo tendemos a reconocer que algo está mal, fuera de lugar o que es insostenible. Comprender las respuestas comunes al trauma nos permite comunicarnos con nuestros colegas, empleados y clientes con mayor compasión y claridad.
Nuestra labor nunca es diagnosticar ni intentar desentrañar las experiencias de alguien más, pero mientras más conciencia podamos aportar a nuestras interacciones, más compasión podremos tener el uno por el otro.
El trauma infantil moldea las reacciones adultas
Las experiencias adversas en la infancia (EIA) provienen del abuso, la negligencia, los desafíos en el hogar, la discriminación y otras situaciones angustiantes. Los estudios sugieren que la mayoría de las personas tienen al menos una experiencia adversa, con promedios mucho más altos entre aquellos cuyos niveles fueron subestimados.
Después, el dolor no resuelto del trauma temprano toma el control de nuestros sistemas nerviosos en la vida adulta. Desarrollamos patrones de pensamiento y reacción que reflejan antiguos mecanismos de supervivencia. Aunque inconscientes o subconscientes, estas respuestas habituales impulsan nuestras relaciones profesionales (y personales).
En ocasiones, podemos observar que nuestra reacción ante un evento, persona, material visual o lenguaje utilizado no es congruente con la realidad de la situación. Esos momentos pueden ser indicadores de trauma no procesado. Dicho de otra manera, así es como se ve cuando la versión más joven de nosotros está al mando, cuando ella debería estar en el asiento trasero, con el cinturón de seguridad abrochados, disfrutando de su botana favorita. Cuando la versión regulada, emocionalmente madura y adulta de nosotros conduce, podemos responder en lugar de reaccionar.
Un ejemplo reciente de esto fue la entrevista de Elon Musk con Andrew Ross Sorkin en el New York Times DealBook Summit, en la que Musk menciona el abuso que sufrió durante su infancia. La influencia del trauma no integrado de su crianza nos da una idea de aspectos de su comportamiento que podrían clasificarse como liderazgo de baja conciencia.
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Cuatro reacciones clave al trauma
Los expertos en trauma identifican cuatro reacciones comunes al estrés y peligro percibido: lucha, huida, congelación y complacencia (también conocida como desvanecimiento). Aunque cada uno muestra una tendencia primaria, estas respuestas ocurren en un espectro fluido. Nuestras reacciones dependen de la situación y la persona involucrada.
- Las reacciones de lucha se manifiestan con agresión o posturas a la defensiva. Aquellos con reacciones habituales de lucha con frecuencia se enfrentaron al menosprecio o a la negligencia desde pequeños. La lucha les ayuda a evitar repetir experiencias dolorosas del pasado de falta de importancia, indiferencia e impotencia.
- Las reacciones de huida reflejan una percepción continua de peligro. Las personas ansiosas que buscan escapar a través del trabajo compulsivo o el perfeccionismo muestran patrones de huida. Su ocupación frenética provoca reacciones agudas de estrés como aumento de la frecuencia cardíaca y la respiración.
- Las reacciones de congelación proporcionan tiempo para decidir cómo responder al detener el momento. Aquellos propensos a congelarse crecieron en hogares impredecibles que requerían de vigilancia extrema. La congelación permite que el sistema nervioso se detenga en alerta máxima antes de reaccionar.
- Las reacciones de complacencia priorizan el evitar conflictos mediante el apaciguamiento. Sin embargo, cuando eran niños, aquellos que complacían se adaptaron a entornos volátiles apaciguando a los demás. Si bien los colegas complacientes pueden resentir sus tendencias de complacencia, su respuesta proporciona un sentido de control.
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En cada una de estas cuatro reacciones, hay aspectos de complacer y controlar a las personas. Los complacientes pueden parecer amables superficialmente, pero pueden carecer de límites y responsabilidad. Los controladores, que surgen de la impotencia infantil, tienden a controlar en exceso y restarle poder a sus equipos. Ningún estilo motiva ni capacita de manera eficaz. Ambos buscan seguridad.
Más allá de la lucha o huida: Comunicación matizada
Entender las probables respuestas al trauma de otros nos permite comunicarnos con mayor destreza y cuidado. Podemos identificar patrones reactivos a través de la curiosidad, de no juzgar y de adaptar nuestro lenguaje en consecuencia.
Con colegas controladores, podríamos enfocarnos en mantener su sentido de autonomía y propósito. Los miembros del equipo que complacen a las demás personas pueden necesitar la certeza de que expresarse no pondrá en peligro las relaciones. Independientemente de los detalles, liderar con empatía fomenta la seguridad y la colaboración.
Mi próximo libro, HEAL to LEAD: Revolutionizing Leadership through Trauma Healing, analiza el impacto del trauma en líderes que muestran comportamientos de control y complacencia de personas. Explora los cuatro fundamentos para descubrir al líder de alta conciencia dentro de nosotros: Integrar el Trauma, Encarnar la Vulnerabilidad, Liderar con Compasión e Iluminar el Camino.
La sanación ocurre en el cuerpo
Aunque la terapia verbal es ciertamente una puerta de entrada efectiva (es decir, soy partidaria de ella y tengo 15 años de experiencia de primera mano), el mantenimiento de la salud mental solo no funciona para integrar el trauma. El asesoramiento verbal aborda los patrones de pensamiento, pero también puede mantener a algunos atrapados en bucles repetitivos. Los métodos somáticos, por otro lado, se dirigen directamente a las manifestaciones físicas del trauma.
La terapia somática y las prácticas de atención plena ayudan a liberar la energía emocional y la tensión atrapadas en el cuerpo. Los métodos prácticos de experiencias somáticas pueden utilizarse en tiempo real, incluso durante la jornada laboral, ya sea que trabajes en el campo, en una oficina o desde casa.
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Liderazgo consciente a través de la encarnación
El trauma nos moldea, pero no necesita definirnos. Como líderes, reconocer compasivamente nuestras propias heridas y las de los demás permite un entendimiento mutuo. Permite una conexión auténtica y nos libera de patrones que ya no sirven.
Comprender las respuestas provocadas por el trauma y facilitar la liberación de éste del cuerpo posibilita una comunicación más atenta y comprensiva. Mezclar prácticas somáticas con esta conciencia relacional empodera los entornos laborales más saludables posibles. Con la comprensión del dolor del otro, obtenemos una mayor oportunidad de construir confianza y asociaciones profesionales mutuamente satisfactorias.
Cuando aportamos una mayor conciencia a nuestra humanidad compartida, nos elevamos juntos.