En mi oficina tengo un reloj detenido que marca la hora exacta en la que mi vida volvió a empezar Me enseñó una lección invaluable sobre la incertidumbre, tanto en la vida como en los negocios.
Por Chuck James
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Son las 2:04 p.m. de un día de verano en agosto de 2010. Estoy en la Clínica Mayo. No puedo hablar porque tengo un tubo en la garganta. Hay cables conectados a todo mi cuerpo y estoy sufriendo un dolor indescriptible. Es extremadamente incómodo. Apenas ayer me sometí a una cirugía a corazón abierto.
A las 2:05 p.m., un médico entra en la habitación. "Sé que en este momento sientes que te estás muriendo", me dice. No puedo responder, pero asiento con la cabeza. "Te prometo que en 15 minutos te vas a sentir como una nueva persona. Vamos a quitarte todos los tubos", añade.
Para ser sincero, no le creí. Pero tenía razón. En cuanto me retiraron los tubos del pecho y la tráquea, sentí cómo la vida volvía a mí. Era una nueva persona. Pasé de estar al borde de la muerte a renacer en solo 15 minutos.
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Desde ese día de 2010, nunca más volví a darle cuerda al reloj de mi oficina. Lo dejé marcando las 2:05 p.m. Ese momento —y toda la experiencia— lo cambió todo para mí, y desde entonces guía mi vida personal y profesional como fundador y director de operaciones de SpareBox Storage.
Esa cirugía fue el desenlace de 30 años de problemas de salud sin explicación, cuyo origen ningún médico lograba identificar. Tras décadas de lidiar con los síntomas, me resigné a vivir sin diagnóstico ni cura. Hasta que, milagrosamente, lo descubrieron.
Aunque el reloj en mi escritorio ya no da la hora, me recuerda algo mucho más importante: incluso en las peores circunstancias, el alivio está más cerca de lo que pensamos, aunque no podamos verlo. Son, justamente, los momentos de mayor incertidumbre los que preceden a la resolución.
El mensaje que me transmite ese reloj es tan válido en los negocios como en la vida. Emprender está lleno de incertidumbre. Los emprendedores exitosos enfrentan los desafíos con optimismo y con la confianza de que las cosas pueden mejorar, incluso cuando todo parece ir mal. Hay que creer que el progreso es posible y trabajar para lograrlo, siempre con la convicción de que lo mejor está por llegar.
En 15 minutos, mi vida cambió por completo. El reloj, detenido para siempre en las 2:05, es mi recordatorio diario. Una fuente de inspiración para seguir adelante. Cuando sientas que todo va mal, solo recuerda: en algún lugar son las 2:05.
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