Después del trabajo remoto nuestros cerebros nunca volverán a ser los mismos. Forzar a tus empleados a readaptarse a la oficina no es la solución. El cambio al trabajo remoto durante la pandemia no solo ha alterado nuestras rutinas diarias, sino que también ha tenido efectos profundos en nuestros cerebros y nos ha vuelto más susceptibles a las distracciones cuando regresamos al entorno de oficina tradicional.
Por Gleb Tsipursky Editado por Eduardo Scheffler Zawadzki
Key Takeaways
- ¿Cuál es el impacto de trabajar desde casa en nuestros cerebros?
- Si nuestros cerebros están condicionados para la tranquilidad del hogar, ¿qué significa eso para los empleados que son obligados a volver a la oficina?
- ¿Cómo pueden los empleadores adaptarse a las necesidades de sus empleados e impulsar la productividad de su negocio?
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¿Cuál es el impacto de trabajar desde casa en nuestros cerebros?
Si nuestros cerebros están condicionados para la tranquilidad del hogar, ¿qué significa eso para los empleados que son obligados a volver a la oficina?
¿Cómo pueden los empleadores adaptarse a las necesidades de sus empleados e impulsar la productividad de su negocio?
El cambio al trabajo remoto durante la pandemia no solo ha alterado nuestras rutinas diarias, sino que también ha tenido efectos profundos en nuestros cerebros. El entorno tranquilo y controlado de las oficinas en el hogar nos ha condicionado a trabajar en silencio, libres del constante zumbido de las conversaciones de oficina, los teléfonos que suenan y los teclados que chocan. Este cambio nos ha vuelto más susceptibles a las distracciones cuando regresamos al entorno de oficina tradicional.
El impacto de trabajar desde casa en nuestros cerebros
El cerebro es un órgano altamente adaptable, que cambia constantemente en respuesta a nuestro entorno y comportamiento, un fenómeno conocido como neuroplasticidad. Cuando trabajamos desde casa, nuestros cerebros se adaptan al entorno más tranquilo y con menos distractores. Nos volvemos más sensibles a los sonidos sutiles de nuestro entorno en casa: el zumbido del refrigerador, el tic-tac de un reloj, el canto de los pájaros fuera de la ventana. Estos sonidos se convierten en el telón de fondo de nuestro día de trabajo, y nuestros cerebros aprenden a ignorarlos, permitiéndonos enfocarnos en nuestras tareas.
Sin embargo, esta adaptación viene con un compromiso. A medida que nos acostumbramos más a la tranquilidad del hogar, nuestra capacidad para filtrar los ruidos más fuertes y variados del entorno de la oficina se debilita. Nuestros cerebros, condicionados para la tranquilidad del hogar, luchan por adaptarse.
En los últimos cinco trimestres, hemos sido testigos de una tendencia preocupante: una disminución constante en la productividad. Aunque sin duda hay múltiples factores en juego, uno destaca como principal culpable: la cacofonía del entorno de oficina que acompaña el regreso a la oficina.
Cuando los empleados regresan después de meses de trabajar desde casa, se enfrentan a una avalancha de sonidos que casi habían olvidado: el timbre incesante de los teléfonos, el constante murmullo de las conversaciones de oficina, el chasquido de los teclados. Estos sonidos, antes una parte normal de la vida de oficina, se han convertido en distracciones significativas, interrumpiendo el enfoque y obstaculizando la productividad.
Este fenómeno no es solo anecdótico, como podemos ver en investigaciones sobre el impacto negativo de las distracciones del ruido en las oficinas abiertas, y eso es antes de que la pandemia sensibilizara a los empleados al ruido. Una revisión de más de 300 artículos de 67 revistas encontró que los diseños de oficinas abiertas empeoran significativamente la productividad de los ocupantes, y las estrategias de sonido y acústica son cruciales para el diseño de oficinas. Del mismo modo, otra revisión de más de 100 estudios sobre oficinas abiertas indica que el diseño llevó consistentemente a tasas más bajas de concentración y enfoque.
Investigaciones de la Universidad de California en Irvine encontraron que los empleados en cubículos reciben un 29% más de interrupciones que aquellos en oficinas privadas, lo que lleva a tasas más altas de agotamiento. Edward Brown, cofundador del Grupo de Gestión Cohen Brown, indica que los trabajadores de oficina pierden tres a cinco horas de tiempo productivo cada día debido a interrupciones no deseadas, innecesarias e improductivas, y el 93% de los trabajadores informaron que a menudo son interrumpidos en el trabajo.
Cuando las empresas cambian de una oficina privada a una abierta, la percepción de los empleados sobre la salud, el entorno de trabajo y el rendimiento disminuyen. Investigadores de la Universidad de Karlstad encontraron que cuanto más se reunían los trabajadores en un espacio de oficina único, menos satisfechos se sentían, lo que resultaba en un menor bienestar. Esto se debía en parte a que estos trabajadores sentían que era más difícil tener un buen diálogo con sus colegas debido a preocupaciones sobre ser escuchados.
Estos hallazgos subrayan el desafío que muchos de nosotros enfrentamos al volver a la oficina. Nuestros cerebros, condicionados para la tranquilidad del hogar, ahora luchan por adaptarse al ruido de la oficina. La pregunta es, ¿cómo abordamos este desafío de una manera que maximice la productividad y la satisfacción de los empleados?
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El dilema del ruido en la oficina
El entorno de oficina tradicional, en otro tiempo el epítome de la productividad, se ha convertido en un campo de batalla de distracciones para muchos empleados que regresan del trabajo remoto. El constante murmullo de las conversaciones de oficina, el timbre incesante de los teléfonos, el chasquido de los teclados; estos sonidos que antes eran familiares ahora representan un desafío significativo para el enfoque y la productividad.
Un reciente artículo de The Wall Street Journal, cuyo subtítulo es "Trabajar desde casa alteró nuestros cerebros. Necesitamos más tiempo en la oficina para arreglarlos", sugiere que la solución a este problema es pasar más tiempo en la oficina para "ejercitar" nuestros cerebros y recuperar la capacidad de enfocarnos en medio de las distracciones. El artículo cita a S. Thomas Carmichael, profesor y presidente del departamento de neurología de la Facultad de Medicina David Geffen de UCLA, quien compara nuestros cerebros con "bíceps flácidos" que necesitan fortalecerse, y sugiere la solución de "Hacer que uno trabaje desde la oficina con más frecuencia".
Esta perspectiva plantea varias preguntas. Primero, ¿es razonable esperar que los empleados "ejerciten" sus cerebros en un entorno inherentemente distractor? Segundo, ¿es justo colocar la carga de adaptación únicamente en los empleados, sin considerar cambios en el entorno de la oficina en sí? Y tercero, ¿cuáles son los costos potenciales de este enfoque en términos de satisfacción de los empleados, niveles de estrés y productividad general? Después de todo, el regreso forzado a la oficina, combinado con el ruido de la oficina, parece haber afectado gravemente la productividad durante los últimos cinco trimestres.
Forzar a los empleados a regresar a la oficina a tiempo completo, sin abordar el problema del ruido y otras distracciones, es como obligar a un corredor de maratón a entrenar en una piscina. Claro, podrían adaptarse eventualmente, pero ¿a qué costo para su desempeño? ¿Y qué hay del estrés psicológico de luchar constantemente por concentrarse en medio del ruido?
Además, este enfoque pasa por alto el hecho de que no todo el trabajo es igual. Algunas tareas requieren de concentración profunda y se realizan mejor en un entorno tranquilo, mientras que otras se benefician de la energía y la espontaneidad de una oficina bulliciosa. Al forzar todo el trabajo en el mismo entorno ruidoso, corremos el riesgo de obstaculizar la productividad en lugar de mejorarla.
La solución al dilema del ruido en la oficina no es simplemente pasar más tiempo en la oficina, sino un enfoque más matizado que tenga en cuenta la naturaleza del trabajo, las necesidades de los empleados y los beneficios tanto de los entornos tranquilos como de los colaborativos.
La solución de trabajo híbrido flexible: abrazar el silencio y el ruido
Dadas las dificultades que plantea el ruido en la oficina, está claro que un enfoque de talla única para el lugar de trabajo ya no es viable. En su lugar, necesitamos adoptar un modelo más flexible y adaptable que tenga en cuenta las diversas necesidades y preferencias de los empleados. Aquí es donde entra en juego el modelo de trabajo híbrido flexible, como les digo a mis clientes cuando los ayudo a determinar los arreglos de trabajo para su personal.
El modelo de trabajo híbrido flexible es una combinación de trabajo remoto y en la oficina impulsado por evidencia sobre lo que las personas hacen mejor en la oficina y en qué tareas resulta más efectivo centrarse en casa. Permite a los empleados hacer su trabajo individual y enfocado en casa, donde pueden controlar su entorno y minimizar las distracciones. La oficina, entonces, se convierte en un centro de colaboración, conversaciones matizadas, mentoría y capacitación en el trabajo y socialización: actividades que se benefician de la energía y espontaneidad de las interacciones en persona.
Este enfoque tiene varias ventajas. Primero, respeta la neuroplasticidad de nuestros cerebros y las adaptaciones que hemos hecho mientras trabajamos desde casa. En lugar de obligar a los empleados a "desaprender" estas adaptaciones, las aprovecha para mejorar la productividad. Los empleados pueden hacer su trabajo enfocado en la tranquilidad de su oficina en casa, donde es menos probable que se distraigan y más probable que sean productivos.
Segundo, el modelo híbrido reconoce el valor de las interacciones en persona. Si bien el trabajo remoto tiene muchos beneficios, no hay sustituto para la energía, la creatividad y la camaradería que provienen de trabajar juntos en persona. Al designar la oficina como un espacio para la colaboración, podemos aprovechar estos beneficios sin someter a los empleados a las distracciones constantes de un entorno de oficina tradicional.
Tercero, el modelo híbrido ofrece flexibilidad. Los empleados pueden ajustar su ubicación de trabajo según las tareas que necesitan realizar. Si necesitan concentrarse en un proyecto complejo, pueden trabajar desde casa. Si necesitan hacer brainstorming con su equipo, pueden ir a la oficina. Esta flexibilidad puede llevar a una mayor satisfacción laboral y un mejor equilibrio entre el trabajo y la vida.
Finalmente, el modelo híbrido es a prueba de futuro. Es adaptable a circunstancias cambiantes, ya sea una pandemia global, un problema de salud personal o un compromiso familiar. Al ofrecer a los empleados la opción de trabajar desde casa o desde la oficina, las empresas pueden garantizar la continuidad y la productividad sin importar lo que depara el futuro.
En resumen, el modelo de trabajo híbrido no es solo una respuesta a la pandemia, sino un enfoque visionario para el trabajo que reconoce las realidades de nuestro mundo cambiante. Al abrazar el silencio del trabajo remoto y el sonido de la colaboración en la oficina, podemos crear un entorno de trabajo productivo, satisfactorio y resistente.