Tu ética de trabajo no es el problema: Desarmando tres mitos modernos de la productividad La productividad es un dilema ancestral. Antes de intentar resolverlo, considera si estás haciendo las preguntas correctas.
Por Aytekin Tank Editado por Eduardo Scheffler Zawadzki
Key Takeaways
- Nuevas investigaciones y prácticas empresariales desafían los siguientes mitos de la productividad, mostrando la complejidad y los matices detrás de las largas jornadas laborales y el bienestar.
- Enfoques innovadores como semanas laborales de cuatro días, semanas intensivas, automatización y más pueden mejorar la satisfacción laboral sin sacrificar la productividad.
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En la antigua Grecia, filósofos como Platón y Aristóteles ya estaban lidiando con la noción del equilibrio entre la vida personal y el trabajo. Este último describía la diversión como un remedio para los "males del trabajo", a los que decía los acompañaba el "esfuerzo y la tensión". El trabajo, reconocía, era necesario para vivir una vida virtuosa —y pagar las cosas— pero no debería ser el fin en sí mismo.
Casi 2,500 años después, todavía luchamos por definir qué constituye una buena vida y cómo influyen el trabajo y la productividad. La cultura del ajetreo laboral actual, y muchos de los líderes empresariales más francos de hoy, te harían creer que más es más. Una ética de trabajo férrea e inquebrantable es un requisito para el éxito. Según esa forma de pensar, el sueño puede esperar.
Pero un creciente cuerpo de investigación y algunas empresas innovadoras están demostrando que la verdad sobre la productividad es más matizada. Más no siempre es más, pero trabajar muchas horas tampoco siempre es malo. No hay reglas estrictas.
Como director ejecutivo de Jotform, una de mis prioridades es crear una cultura donde las personas puedan hacer su mejor trabajo sin agotarse. Eso requiere mantenerse al día con los últimos hallazgos sobre productividad y comprender los conceptos erróneos generalizados. A continuación, analizamos algunos sorprendentes mitos sobre la productividad y cómo los expertos los están disipando.
Mito #1: A medida que aumenta tu carga de trabajo, tu salud disminuye
Nota: No estoy descartando los riesgos muy reales de trabajar una cantidad de horas poco saludables durante un período de tiempo insostenible. Los japoneses han estado estudiando el karoshi, o muerte por exceso de trabajo, desde la década de 1970. Desde entonces, las historias de karoshi solo han proliferado. Y no se limitan a Japón.
En un estudio histórico de 2021 de la Organización Mundial de la Salud y la Organización Internacional del Trabajo, los investigadores encontraron que 745,000 personas murieron en 2016 de accidente cerebrovascular y cardiopatía isquémica como resultado de haber trabajado al menos 55 horas a la semana. El estudio también encontró que la cantidad de personas que trabajan muchas horas aumenta constantemente.
Pero antes de que empieces a reservar unas vacaciones o renunciar a tus reuniones matutinas, hay una advertencia. Los investigadores han demostrado que tu motivación para trabajar muchas horas puede determinar si afecta o no tu bienestar. Si estás trabajando hasta la medianoche por razones extrínsecas (como la presión de grupo o la culpa), tu bienestar se resiente. Si estás trabajando horas extras por razones intrínsecas (como un deseo genuino de aprender o un compromiso con tu organización), entonces esas horas extra no dañarán tu bienestar.
Una conclusión para los líderes es brindar a las personas los recursos para garantizar que sus trabajos sean significativos. Ofrecer oportunidades educativas y de capacitación resulta útil, igual que reconocer a las personas por sus contribuciones. En Jotform, adoptamos una mentalidad de "automatización primero", automatizando el mayor número posible de tareas rutinarias como sea posible para que las personas puedan concentrarse en las partes más significativas de su trabajo.
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Mito #2: La semana laboral necesita una revisión generalizada
¿Trabajarías más duro y mejor si redujeras tu semana laboral a cuatro días? Eso es lo que intentó determinar un extenso estudio de la Universidad de Cambridge y el Boston College en el Reino Unido en 2022. En el Reino Unido, 60 empresas y casi 3,000 empleados participaron en una prueba de seis meses para ver el impacto de un 20% menos de horas laborales (con el mismo salario y los mismos objetivos).
Los resultados fueron bastante asombrosos: el 92% de las organizaciones optaron por continuar el experimento, razonando que la motivación y la productividad se habían mantenido iguales. 20 de esas organizaciones decidieron cambiar permanentemente a una semana laboral de cuatro días.
Otros hallazgos importantes: Aunque los empleados informaron de un mejor sueño, niveles de estrés más bajos y una mejor salud mental, los resultados finales de las empresas se mantuvieron más o menos igual. La cuestión es que cuando las personas se enfrentan al desafío de lograr algo en menos tiempo, buscan soluciones más eficientes. Lo hacen de forma creativa. Lo he visto de primera mano durante nuestras semanas de hackathon — períodos intensivos de cinco días en los que nuestros equipos de producto se centran exclusivamente en un solo problema o idea.
Sin embargo, una semana laboral de cuatro días no funcionará para todas las empresas. Recuerda que no fue sino hasta el siglo XX que se estableció la semana laboral estándar de cinco días que conocemos hoy. No hay un número mágico. Cada organización tiene que decidir qué funciona mejor para sus equipos, dada su industria, modelo de negocio, alcance geográfico y otros factores.
Pero aún podemos implementar las mismas ideas que conducen a una mayor productividad y eficiencia cambiando el ritmo de trabajo de vez en cuando. Si no puedes ajustar la semana laboral, puedes ofrecer semanas de hackathon, días de demostración, vacaciones reales y más.
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Mito #3: La productividad es un KPI para ser hackeado
Hoy en día, la gente intenta casi cualquier cosa para optimizar su productividad y rendimiento, desde usar bolsas de hielo antes de acostarse hasta colocarse electrodos detrás de los lóbulos de las orejas para enviar corrientes eléctricas a través del cerebro. Es como si la productividad fuera solo otro KPI para ser hackeado.
Pero, ¿qué pasaría si dejamos de ver la productividad como un problema a resolver y empezamos a analizar las razones subyacentes por las que nos cuesta trabajo hacer las cosas? ¿Qué nos está impidiendo alcanzar nuestros grandes objetivos? ¿Por qué procrastinamos?
En los momentos en que me cuesta trabajo avanzar hacia una meta (o comenzar), doy un paso atrás y veo qué me lo impide. Con frecuencia son tareas invisibles las que nos roban un tiempo precioso —solo enviar unos cuantos correos electrónicos más o transcribir las notas de la reunión de ayer— las que me dejan agotado. Por eso, como escribí en mi libro, la automatización es el mejor antídoto contra la procrastinación.
Eliminar las tareas rutinarias y manuales de tu escritorio liberará un tiempo valioso para trabajos más significativos — las tareas que no requieren que nos desgastemos buscando motivación. Cuando podemos dedicarnos a un trabajo que se siente intrínsecamente gratificante, nos damos cuenta de que nuestra ética de trabajo no es el problema. Tu productividad no es un asunto por resolver. El problema está en pensar que siempre tienes que hacerlo todo tú mismo.
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