3 formas en que el caos puede ayudarte a romper los malos hábitos En lugar de vagar por la vida, debemos observar y evaluar cómo nuestras influencias moldean nuestras acciones.
Por Neil Chilson
Este artículo fue traducido de nuestra edición en inglés.
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Muchas personas piensan que es posible cambiar sus procesos de pensamiento estableciendo una meta y luego ordenándose a sí mismos estar más concentrados, ser pacientes, estar presentes o ser más autodisciplinados.
Están equivocados. Y cualquiera que haya roto alguna vez una resolución de Año Nuevo lo sabe.
Como aprendí mientras investigaba mi próximo libro, Getting Out of Control: Emergent Leadership in a Complex World , las personas generalmente no logran cambiar porque buscan controlar lo que no pueden. La mayoría de las personas se dan cuenta de que no pueden controlar completamente la economía, la cultura o lo que hacen otras personas. Pero no todo el mundo se da cuenta de que ni siquiera podemos controlarnos por completo.
¿Por qué no podemos controlarnos a nosotros mismos? Es porque cada uno de nosotros es un sistema adaptativo complejo que demuestra propiedades emergentes. Esa jerga es la forma en que los científicos de la complejidad explican que eres más que la suma de tus partes.
Los sistemas biológicos de su cuerpo, los circuitos de retroalimentación psicológica de su mente y los sistemas sociales y económicos en los que participa, todos lo moldean e influyen. Los intentos de controlar directamente estos sistemas para lograr un objetivo específico a menudo producen resultados impredecibles y complicados. Y cuanto mayor sea el intento de cambio, mayor será la retroalimentación de sus sistemas existentes, ya que se resisten al cambio.
Prestar atención
Afortunadamente, puede controlar aquello a lo que presta atención, incluso si lo que hace está impulsado por el hábito. Esta capacidad de enfocar tu mente consciente en lo que estás haciendo, resulta que es una poderosa palanca para cambiarte a ti mismo.
Nadie te hará prestar atención. Puede elegir ir a la deriva, como una hoja en el río de influencias a su alrededor. Si los sistemas que lo rodean brindan apoyo y son positivos, esto podría resultar "bien" en el sentido de que podría tener una vida cómoda, próspera y aparentemente exitosa. Sin embargo, muchas personas no tienen sistemas saludables a su alrededor.
Y no importa cuán solidario y enriquecedor sea un entorno, nos sentimos más satisfechos como seres humanos cuando mejoramos conscientemente tanto a nosotros mismos como a los sistemas en los que participamos.
La mejora comienza con prestar atención. En lugar de vagar por la vida, deberíamos comenzar por observar y evaluar cómo nuestras influencias dan forma a nuestras acciones.
Da forma al entorno que te da forma
Una forma práctica de probar y cambiar sus influencias es moldear conscientemente su entorno.
Cuando era adolescente, entregué el periódico local a aproximadamente cincuenta de mis vecinos en nuestra cuadra suburbana en el norte del estado de Nueva York. Todos los días cortaba el jardín de un vecino al pisar un espacio vacío en la cubierta del suelo que bordeaba su acera. Un día particularmente filosófico, me pregunté si caminaba allí todos los días porque estaba vacío, o si estaba sin cobertura del suelo porque caminaba allí todos los días.
Y de repente me di cuenta de que ambos son ciertos. Doy forma al mundo y él me da forma a mí. Cosas bastante embriagadoras para una tarde de tirando papeles.
Asimismo, podemos cambiarnos a nosotros mismos de manera sostenible y reforzadora si hacemos el esfuerzo consciente de crear "espacios vacíos" en nuestro entorno que nos animen a regresar. Si podemos colocar los escalones uno a la vez, en la dirección que queremos ir, entonces, naturalmente, nos encontraremos tomando ese camino.
Desarrollar procesos y hábitos
La idea de moldear nuestro entorno para moldearnos a nosotros mismos se vuelve más accesible si pensamos en los hábitos como parte de nuestro entorno, una parte especial del entorno que es más flexible y está directamente sujeta a nuestra influencia.
Cuando formamos hábitos, trasladamos algo de nuestro proceso consciente de toma de decisiones a nuestro entorno. Esta formación inconsciente, la naturaleza emergente de los hábitos, es lo que los hace tan poderosos y peligrosos. Son poderosos porque nuestro cerebro puede reunir una gran cantidad de datos en una rutina útil que ahorra tiempo y energía.
Pero los hábitos también son peligrosos porque eliminan el control consciente sobre ciertas decisiones y acciones. Esto puede llevarnos a sentir que estamos fuera de control de nuestras propias acciones.
Debido a que los hábitos son el resultado de un proceso emergente, se necesita tiempo para construirlos: un paso en la ruta del papel, que se repite todos los días, eventualmente forma el lugar vacío. Pero una vez establecidos, los hábitos son muy resistentes a las condiciones cambiantes. Seguimos entrando en ese lugar.
Cuando nos reconocemos como sistemas complejos con propiedades emergentes, se vuelve más fácil ver que la superación personal no es lograr una serie de objetivos, sino el resultado de mejorar nuestros propios procesos y sistemas conscientes e inconscientes: nuestros hábitos.
En última instancia, mejorarnos a nosotros mismos comienza con la comprensión de lo que podemos y no podemos controlar. La pura fuerza de voluntad no es suficiente para un cambio significativo. En cambio, debemos trabajar de manera persistente e incremental para convertir los comportamientos que deseamos en hábitos, aliviando nuestra mente consciente y estableciendo un camino a seguir por nuestro yo futuro.
Si aumentamos nuestra conciencia de lo que hacemos y pensamos en la mejora como un proceso en lugar de un resultado, podemos desarrollar mejores hábitos, moldear nuestro entorno y cambiarnos a nosotros mismos.